jueves, 17 de noviembre de 2011

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    RESPUESTA AL MENSAJE DEL SEÑOR
Como un rumor que nunca se apaga ni se pierde,
como sedosa brisa que enfría tu mejilla,
como el grato murmullo de la ola en la orilla,
como flor en su tallo que se mece en lo verde;


trino para que siempre tu mente lo recuerde,
fue como el brote tierno de una vieja semilla,
como epístola dulce, amorosa y sencilla,
que hace que lo divino con lo humano concuerde.

Cual canto de sirena que pervive en tu oído,
imborrable mensaje entrañable y sentido
que penetra en tu alma y te hace prisionero,

desde que me miraste diciéndome quién eras,
mi corazón, Dios mío, prueba de mil maneras
la forma más humilde de decirte: te quiero.

Joaquín Fernández González.

Si a Dios le es tan agradable
la vida penitente y de abnegación,
cuánto le agradará si a esto
se une la caridad con los prójimos.
Cuando yo considero esto
me lleno de alegría,
y en seguida me acuerdo
que el día del premio,
no dirá nuestro Señor:
“Venid vosotros
que hicisteis grandes penitencias
y os elevasteis hasta el cielo por la contemplación,
a gozar del reino que os tengo preparado”.
Sino que dice:
“Venid, porque estaba hambriento
y me disteis de comer;
enfermo, y me visitasteis;
desnudo, y me vestisteis;
y lo hicisteis conmigo
haciéndolo con vuestros prójimos.
Venid y tomad posesión de vuestra herencia”.
Si todas las virtudes le son tan agradables,
¿por qué no nombra más que esto?
Porque le da la preferencia
a la caridad como reina de todas.

Santa Ángela de la Cruz.

“Medita el pps. Salmo 22,
desde tu alegría y confianza en Dios”.

             Saludos, Tiquín y Miguel.


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