Adviento
¡Estad alegres en el señor! Estamos en adviento. Nuestro
Padre en su misericordia va a permitir que su Hijo nazca nuevamente. Este es un
año especial. Nuestro pastor en la tierra ha convocado por el soplo del
Espíritu Santo el año de la Fe. Se abren las puertas del cielo. Nuestro Padre
abre sus brazos para acogernos en su regazo sin preguntar nada sin increparnos por nada, sin “regañarnos”. Tened
en cuenta que nuestro Padre es muy olvidadizo, se olvida de nuestros pecados no
se acuerda de ninguno; solamente nos va a decir: “hijo Te amo”,
te quiero con locura, eres mi predilecto, porque
cada uno de nosotros y de forma individual somos los predilectos del Padre.
Seamos conscientes de que somos únicos e irrepetibles para nuestro Padre, y que
nos quiere tal cual somos, con nuestros “remiendos”, miserias, pobreza, malas
acciones, pecados, omisiones. Todo esto “ya” lo ha olvidado, no se acuerda.
Volvamos los ojos El y “se le pondrán los vellos de punta” al ver a un hijo que
lo llama, un hijo que necesita comprensión, ternura. Busquemos en nuestro hogar
un rincón con poca luz, un icono o una imagen de Jesús o nuestra madre la
Virgen, pongamos una vela, nos aislamos en el cuarto, sin móvil, sin ordenador,
sin facturas, sin agobios sin prisas. Hagamos un ejercicio: cerrar los ojos,
pies en el suelo, espalda recta, respiremos hondo con respiración abdominal
inspirando el aire por la nariz, y expulsándolo suavemente por la boca,
despacio, sin prisas, con cada espiración expulsemos de nuestra mente y cuerpo
todos los “miasmas” que nos impiden relajarnos,
inseguridad, miedos, futuros, enfermedades, problemas que no existen que
los creamos nosotros con nuestra mente. Tras respirar hondo y tranquilos al
menos 10 veces, invoquemos a Dios: ”Padre: aquí estoy, con mis miedos y pecados,
pero AQUÍ ESTOY”. O Jesús o Madre o
Santo Espíritu, da lo mismo ellos no tiene envidia. Entrad en el silencio de
Dios, escuchadle. Nos habla continuamente a través de su obra: la creación.
Escuchemos la respuesta de Dios a través del profeta Ezequiel (Ez. 36, 24-28):
Derramare sobre vosotros un agua pura que os
purificará: de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar; y os
daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.
Aprovechemos este Adviento que es la espera de alguien
que llega. Hay adviento
allí donde hay una mirada al futuro. Cuando nos quedamos mirando sólo al tiempo
pasado llegamos a volvernos incapaces de dar un rumbo a nuestra vida, El
adviento es mirada hacia lo que viene.
Hay Alguien que nos envía los días
que vienen, hay Alguien que le da color y calor a la Historia. Aquel que con su
palabra anuncia un futuro es Aquel que con su palabra selló con su promesa
nuestro pasado. La Historia de salvación tiene una cadencia, una dirección que
va de la promesa al cumplimiento. La promesa está en el pasado; el cumplimiento
está en el futuro. ¿Y en el presente? En
el presente está la ESPERANZA.
Cuando a nuestra casa
viene alguien, esperamos alguien, preparamos la casa, la cena, el dormitorio,
queremos recibirlo bien, que se sienta acogido, preparamos buenas viandas y
buen vino, y lo compartimos con el huésped. Va a venir a nuestra casa Jesús, anuncia
su llegada, limpiemos la casa, saquemos nuestras galas, vistámonos para la
ocasión, viene un personaje importante que me va presentar a la firma un
contrato indefinido, con grandes ventajas para mi futuro, pero tenemos que
estar preparados. La mejor forma de prepararse es la oración, vamos a intentar orar estos días con mas frecuencia, todos
los días “un ratito”, 15 o 30 minutos diarios de oración, de contacto con Dios,
pidiendo a la Virgen que nos ayude a preparar la casa, ella también esperó la
venida de Jesús y nos puede ayudar muy bien, ella sabe como prepararnos,
pidámosle su ayuda.
El evangelio de Lc 21, 25-28 es un mensaje de esperanza,
aunque veamos la tribulación, signos en el cielo……pero vendrá el Hijo del hombre en una nube con gran poder y majestad.
Viene Jesús. La Esperanza. Y vemos en Apocalipsis 22, 1-7 que el ángel del Señor muestra a Juan el rio de
agua viva que sale del trono de Dios y
del Cordero, con el árbol dela vida con 12 cosechas al año y allí ya no habrá
nada maldito, no habrá mas noche ni habrá necesidad de lámpara o del sol porque
el Señor irradiará luz y sus siervos le prestarán servicio y le verán cara a cara y llevaran su nombre en
la frente.
Nuestra Madre la Iglesia nos presente en este adviento un
mensaje de auténtica esperanza. Preparémonos, limpiemos la casa. Oración intensa diaria, contacto permanente
con Dios:
VIENE JESÚS
Domingo y
Tina
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