Fiesta de todos los
Santos
La "comunión de los santos", una de las realidades más bellas
de nuestra fe, como la ha definido el Papa Francisco.
La comunión de los
santos tiene dos significados
relacionados: comunión en las
cosas santas y comunión entre las personas santas y el Santo Padre se ha
centrado en el segundo, “una de las
verdades más consoladoras de nuestra fe”, porque “nos recuerda que no estamos
solos, sino que hay una comunión de vida entre todos los que pertenecen a
Cristo. Una comunión que nace de la fe. De hecho, el término "santos"
se refiere a aquellos que creen en el Señor Jesús y por él se incorporan a la
Iglesia a través del bautismo”.
1.
Primer aspecto de la comunión- La relación entre Jesús y el Padre es “la
matriz de la unión entre los cristianos: El Evangelio
de Juan (17,21) dice que,
antes de su pasión, Jesús oró al Padre por la comunión entre los discípulos con
estas palabras: "Para que todos sean
uno, como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que tú me has enviado". La Iglesia, en su verdad más profunda, es comunión con
Dios, familiaridad con Dios, una comunión de amor con Cristo y con el Padre en
el Espíritu Santo, que se prolonga en una comunión fraterna. Esta relación
entre Jesús y el Padre es la "matriz" de la unión entre nosotros los
cristianos: si estamos íntimamente inseridos en esta "matriz", en
este horno ardiente de amor, entonces podemos llegar a ser realmente un solo corazón
y una sola alma entre nosotros, porque el amor de Dios incinera nuestro
egoísmo, nuestros prejuicios, nuestras divisiones internas y externas. El amor
de Dios también incinera nuestros pecados.
2.Segundo aspecto de la comunión de los santos: Estar unidos entre nosotros nos lleva a estar unidos a Dios, nos lleva a
esta relación con Dios que es nuestro Padre.
Si estamos unidos la fe se vuelve más fuerte. ¡Qué bonito es apoyarse
mutuamente en la aventura maravillosa de la fe! La tendencia a refugiarse en lo
privado también ha influido en la esfera religiosa, por lo que muchas veces es
difícil buscar la ayuda espiritual de aquellos que comparten nuestra
experiencia cristiana. La fe necesita el apoyo de los
demás, especialmente en tiempos difíciles,
preguntándose: “¿Quién de nosotros no ha experimentado la inseguridad, el
abatimiento e incluso las dudas en el camino de la fe ?” .Todos las hemos
experimentado; forma parte del camino de la fe, del camino de nuestra vida. ”Todo
esto, ha explicado, no debe sorprendernos, porque somos seres humanos , marcados por la
fragilidad y las limitaciones; todos somos frágiles, todos tenemos límites...
Sin embargo, en esos tiempos difíciles hay que confiar en Dios, a través de la
oración filial, y al mismo tiempo, es importante encontrar el coraje y la
humildad para estar abierto a los demás. En esta comunión -porque comunión
significa común unión- somos una gran familia, donde todos los miembros se
ayudan y se apoyan mutuamente”.
3. El tercer aspecto de la comunión de los santos es que “va más allá
de la vida terrena, va más allá de la muerte y dura para siempre. Es una
unión espiritual que nace en el bautismo y no se rompe con la muerte: gracias a
Cristo resucitado, está destinada a encontrar su plenitud en la vida eterna. Hay un vínculo profundo e indisoluble entre los
que todavía peregrinan en este mundo, entre nosotros, y los que han cruzado el
umbral de la muerte a la eternidad . Todos los bautizados aquí, en la tierra,
las almas del Purgatorio y los beatos que ya están en el paraíso forman una
grande y única familia. Esta comunión entre el cielo y la tierra se
realiza sobre todo en la oración de intercesión... Queridos amigos,
¡tenemos esta belleza! Es una realidad
nuestra, de todos, que nos hace hermanos, nos acompaña en el camino de la vida
y hace que nos volvamos a encontrar en el cielo. !Adelante por este camino, con
confianza y alegría!”. (Papa Francisco)
Un cristiano debe ser alegre, con la alegría de tener a tantos hermanos y
hermanas bautizados que caminan con él; sostenido por la ayuda de nuestros
hermanos y hermanas que transitan este mismo camino para ir al cielo. Y también
con la ayuda de nuestros hermanos y hermanas que están en el cielo y oran a
Jesús por nosotros. ¡Adelante por este camino de felicidad!
Papa Francisco
Fiesta de todos los Santos
La fiesta de hoy se dedica a lo que san Juan describe
como «una gran muchedumbre que nadie podía contar, de todas las naciones,
tribus y lenguas»;los que gozan de Dios, canonizados o no, desconocidos las más
de las veces por nosotros, pero individualmente amados y redimidos por Dios,
que conoce a cada uno de sus hijos por su nombre y su afán de perfección. Hay
quien pone reparos a éste o aquél, reduce el número de las legiones de
mártires, supone un origen fabuloso para tal o cual figura venerada. La Iglesia
puede permitirse esos lujos, un solo santo en la tierra bastaría para llenar de
gozo al universo entero, y hay carretadas. ¡Aquellos veinticuatro carros
repletos de huesos de mártires que Bonifacio IV hace trasladar al Panteón del
paganismo para fundarlo de nuevo sobre cimientos de santidad! Montones,
carretadas de santos, sobreabundancia de cristianos de quienes ni siquiera por
aproximación conocemos el número, para los que faltan días en el calendario.
Por eso hoy se aglomeran en la gran fiesta común. Los humanamente ilustres,
Pedro, Pablo, Agustín, Jerónimo, Francisco, Domingo, Tomás, Ignacio, y los
oscuros: el enfermo, el niño, la madre de familia, un oficinista, un albañil,
la monjita que nadie recuerda, gente que en vida parecía tan gris, tan
irreconocible, tan poco llamativa, la gente vulgar y buena de todos los tiempos
y todos los lugares. Cualquiera que en cualquier momento y situación supo ser
fiel sin que a su alrededor se enterara casi nadie, cualquiera sobre quien, al
morir, alguien quizá comentó en una frase convencional: Era un santo. Y no
sabíamos que se había dicho con tanta propiedad. Cristianos anónimos que a su
manera, a escala humana, se parecían a Cristo. La solemnidad de Todos los
Santos nació en el siglo Vlll entre los celtas la Iglesia nos propone esta
Visión de gloria al comienzo del invierno, para invitarnos a vivir en la
esperanza de una primavera, más allá de la muerte. Quiere también que caigamos
en la cuenta de nuestra solidaridad con cuantos han pasado al mundo invisible.
Festejamos con alegría a los Santos, pues creemos «que gozan de la gloria de la
inmortalidad»,en donde interceden por nosotros. Cada Santo vive intensamente la
visión de Dios y su amor, mas su conjunto forma una ciudad, «la Jerusalén
celeste», un Reino abierto a cuantos vivan de acuerdo con las Bienaventuranzas.
Son la Iglesia del cielo. La Gloria de los «Santos, nuestros hermanos», procede
de Dios, cuya imagen reproduce cada uno de ellos de una manera única. Por
consiguiente, al venerarlos, proclamamos a Dios «admirable y solo Santo entre
todos los Santos». Todos fueron salvados por Cristo, todos nacieron de su
costado abierto. Este es el motivo por el que el lugar por excelencia de
comunión con los Santos es la Eucaristía. En ella les santificó el Señor Jesús
con la plenitud de su amor»; en ella podemos también nosotros suplicarle con
humildad a Dios que nos haga pasar «de esta mesa de la Iglesia peregrina al
banquete del Reino de los cielos».
Domingo
y Tina
Sevilla
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