lunes, 8 de octubre de 2012

Comienzo Año de la Fe


Ante el comienzo del año de la Fe tenemos que estar dispuestos a manifestar a los 4 vientos la gracia depositada por Dios en nuestros corazones. Esta gracia viene tras un encuentro con Jesús. En el Evangelio vemos que todas las conversiones (discípulos, samaritana, Zaqueo, etc.) vienen tras un encuentro con Jesús, que no deja indiferente a nadie. Nuestra Fe también viene de un encuentro con Jesús, estos encuentros producen siempre una transformación personal que lleva a anunciar el Evangelio a todos los que se encuentran con nosotros, que tienen que ver, sentir esa transformación que ha ocurrido en nuestras vidas.
El encuentro con Jesús es lo más importante que nos ha ocurrido y es tan fuerte que nos pasa lo que al ciego que cura Jesús que le dice que no diga nada pero fruto de ese encuentro y de esa transformación corre a decir a las gentes que Jesús le ha curado. Tenemos qué volver a encontrarnos con Jesús, abrir toda nuestra vida, todos nuestros anhelos, sentimientos, hijos, familia, pecados, alejamiento, faltas de Fe, y ponerlo, todo a los pies de Jesús, compartirlo con El, pero de verdad. Y esto es fruto de una oración constante, pedirle esa transformación salvadora que nos lleve a extender el reino del Padre. Si ponemos todo esto a los pies de Jesús, nos quedamos vacíos, lo entregamos TODO, y este vacío es el que emplea el Espíritu Santo para llenarlo con sus dones y que se lleve a cabo la transformación.
Pero si nos disponemos a servir a Dios tenemos que estar preparados para la prueba. Todos los que se ha acercado mucho a Dios han pasado una prueba que sabemos que a veces ha llegado al martirio. Dios no quiere tanto de nosotros, pero si que estemos preparados.
Os transcribo las palabras del Eclo. 2, 1-11:
Hijo mío, cuando te acerques a servir al Señor, prepárate para la prueba; mantén el corazón firme, se valiente, no te asustes cuando te sobrevenga una desgracia, pégate a Él, no lo sueltes y al final serás enaltecido. Acepta cuánto te sobrevenga, enfermedad y pobreza, porque el oro se acrisola en fuego, y los elegidos en el horno de la pobreza. Confía en el Señor, que El te ayudara; espera en El y te allanara el camino. Los que respetáis al Señor, esperad en su misericordia, y no os apartéis para no caer; los que respetáis al Señor, confiad en El que no retendrá vuestro salario hasta mañana. Los que respetáis al Señor esperad bienes, gozo perpetuo y misericordia. Repasad la historia y veréis : ¿quien confió en el Señor y quedo defraudado?, ¿quién espero en El y quedo abandonado?, ¿quién espero en El y quedo abandonado?, quien grito a El y no fue escuchado?. Porque el Señor es Clemente y misericordioso, perdona el pecado, y salva del peligro.
Volvamos a encontrarnos con Jesús y dispongámonos a servir al Señor en este año de la Fe que nos regala para darnos otra oportunidad.
Que La Paz de Dios este con vosotros:
Domingo y Tina
Sevilla-103

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