martes, 1 de enero de 2013

Sagrada Familia



Evangelio según san Lucas (2,41-52)
Los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén por las fiestas de Pascua. Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y, cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba.

Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre:«Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»

Él les contestó: « ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?» Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón. Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres.

Celebramos hoy la fiesta de la Sagrada Familia. Los textos de la liturgia hacen referencia a temas familiares. En la primera lectura, tomada del libro del Eclesiástico, escuchamos los consejos que un hombre, Ben Sirac da a sus hijos. Los hijos que veneren a sus padres serán venerados a su vez por sus propios hijos. Hoy la familia tiene planteados problemas de pérdida de sus funciones.
Pablo da algunos consejos para la convivencia con otros. Se requiere humildad, acogida mutua, paciencia. Y si fuese necesario, perdonar. Así procede Dios con nosotros. Si el amor es el vínculo que une a las personas, la paz se irá construyendo en un proceso, los desencuentros irán desapareciendo (los enfrentamientos también) y las relaciones se harán cada vez más trasparentes.
El evangelio de Lucas en el que se nos cuenta la pérdida del niño Jesús en el Templo. Doce años es, aproximadamente, la época en que los niños comienzan a sentirse independientes. Para Lucas, esta primera subida de Jesús a Jerusalén es el presagio de su subida pascual y por ello, estos acontecimientos hay que leerlos a la luz de la muerte y resurrección del Señor. La sabiduría de Cristo ha consistido para Lc en entregarse desde su joven edad “a su Padre”, sin que esto quiera decir que supiera ya adónde le llevaría esa entrega. Sus padres no tienen aún esa sabiduría. María parece que llega a presentirla. Pero, de todas formas, respetan ya en su hijo una vocación que trasciende el medio familiar. Y esto es algo muy valioso para cada una de nuestras familias. La educación de los hijos tiene que comenzar por una actitud de sincero respeto. Si no, es imposible que surja la compresión y el amor. La fe, la confianza, suponen siempre un itinerario. En cuanto creyentes, María y José maduran su fe en medio de perplejidades, angustias y gozos. Las cosas se harán paulatinamente más claras. Lucas hace notar que María “conservaba todas las cosas en su corazón” (v. 51). La meditación de María le permite profundizar en el sentido de la misión de Jesús. Su particular cercanía a él no la exime del proceso, por momentos difícil, que lleva a la comprensión de los designios de Dios. Ella es como primera discípula, la primera evangelizada por Jesús.

Conclusión
No es fácil entender los planes de Dios. Ni siquiera María “entiende”. Pero hay tres exigencias fundamentales para entrar en comunión con Dios: 1) Buscarlo (José y María “se pusieron a buscarlo”); 2) Creer en Él (María es “la que ha creído”); y 3) Meditar la Palabra de Dios (“María conservaba esto en su corazón”).¿Cómo vivo mi vida familiar?¿Tengo un desajuste entre lo que digo en la sociedad pública y lo que vivo en la familia? Todos los cristianos estamos invitados a que hagamos de la Iglesia una verdadera familia en la que no haya discriminaciones sino que reinen la justicia, el amor y la fraternidad.
Oración –Fiesta de la SAGRADA FAMILIA
30 de diciembre de 2012
ORACIÓN
Oh Dios, que en la Sagrada Familia nos dejaste un modelo perfecto de vida familiar, fundada en la fe, la esperanza y la caridad.
Derrama tu Espíritu sobre nuestras familias, arráigalas sólidamente en la fe en Cristo, tu Hijo.
Suscita en ellas la esperanza ardiente y abrásalas en el fuego de tu amor, para que sirvan fielmente a la Iglesia, sean fecunda fuente de comunión y vida y apóstoles incansables de la nueva evangelización.
Unidos a José y María, te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor. Amén.

Domingo y Tina
Sevilla 103

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