martes, 6 de diciembre de 2011

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CANTO A LOS PROFETAS


Allá, en cualquier vaguada
sin rumbos ni veredas,
desperezando huesos y metrallas,
os arrancaron de la tierra.

Bajo rocas y helechos, duerme un río
con despojos pastueños de otras guerras,
mientras fluye un presente enajenado
que es vida fósil, laxitud, tibieza,
hasta que Dios se agarra al clavo ardiendo
de la memoria negra,
y pone en pie palabras palpitantes
que sajen y estremezcan.


Como quien toma el azadón, rebusca
repeluznos de madre, mudas quejas,
miradas de inocentes que no entienden
de qué les sirve a ellos tal contienda,
y, con barruntos, ecos y silencios
de esa maraña desahuciada y terca,
amasa, cuaja y yergue
un chirriar de goznes del planeta,
un crujido a destiempo, contra un tiempo
al margen de raíces y tinieblas.
Así nace un profeta,
un grito en carne y sangre
que descorteza,
deshace nudos, saja el aire, hereda
un costillar de duelos y verdades
con que respira, clama, trema
y desangra en soledad, dolido
por tanta madre tierra.

Dondequiera una madre grite, acuse
o se defienda...
Dondequiera una madre
despreocupadamente
deje lecho, cocina, casa, aldea,
con el fuego en el horno, y con el hilo
tenso en la rueca...
Dondequiera se llore una injusticia,
puede gritar la tierra.
¡Aupad su voz, profetas!

 - - - - -

Sólo os frena el amor, como a las madres
de toda madre tierra.
Sólo os pierde el amor, que es el que gana.
Bajáis el brazo y acariciáis la presa.
Le dais vuestra palabra, hecha caricia,
esperanza y promesa:

"Vendrá Padre y dirá que los perdona,
escardará la viña y podará la higuera.
Traerá flores y mosto,
mirada y manos tiernas.
Te volverá al camino dulcemente,
"camella joven ligera".
Nos llevará al desierto para hablarnos
de aquel amor que aún sigue cerca.
Volverá al roquedal para ceñirse
la faja que pudrimos y está nueva".

No se ha parado el mundo. Gira y gira
empujado por Dios y sus profetas.
Caen vejeces podridas. Todo marcha
de nuevo. Todo empieza.

Carlos Muñiz Romero.

Si miramos a la Santísima Virgen del Adviento,
la vemos tan humilde, tan recogida,
tan silenciosa,
tan dispuesta a hacer la voluntad de Dios
y tan sencilla,
sin llamar la atención ni sobresalir en nada,
guardando el secreto de su maternidad divina.
¡Cuánto nos enseña Ella,
tan llena de gracia y de virtudes!.

Beata María de la Purísima de la Cruz.

"Con tu mejor ánimo de descubrir y presentar
la señal de Dios en medio de la tierra,
medita el pps. –Dónde están los Profetas-".

             Saludos, Tiquín y Miguel. 

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